Pinzamiento de Cadera: ¿La Causa de tu Dolor en la Ingle?

Pinzamiento de Cadera (Choque Femoroacetabular): La Causa Oculta de tu Dolor en la Ingle

Ese dolor agudo y profundo en la ingle que aparece después de entrenar, al estar sentado mucho tiempo o al hacer un simple giro. Lo has sentido. Quizás lo atribuiste a una contractura, a un tirón muscular o a una pubalgia, pero sigue ahí, imperturbable, limitando tus movimientos, tu rendimiento deportivo y, en definitiva, tu calidad de vida.

Si eres joven, deportista o simplemente una persona activa, y este dolor te resulta familiar, no estás solo y no debes ignorarlo. Podrías estar sufriendo de un pinzamiento de cadera, también conocido por su término técnico como choque femoroacetabular (CFA).

Esta no es una simple molestia pasajera que desaparecerá con un poco de descanso. Es una condición mecánica, una alteración anatómica que, si no se diagnostica y trata correctamente, puede tener consecuencias serias a medio y largo plazo. El roce constante dentro de la articulación conduce a un desgaste prematuro del cartílago, sentando las bases para una artrosis de cadera en el futuro, una patología que normalmente asociamos con edades mucho más avanzadas.

En este artículo, vamos a desglosar de forma clara y directa todo lo que necesitas saber sobre el pinzamiento de cadera: qué es exactamente, por qué ocurre, cómo se siente, cómo se diferencia de otras lesiones de la ingle y, lo más importante, qué soluciones modernas y eficaces existen para que puedas volver a moverte sin dolor y proteger tu articulación para el futuro.

¿Qué es Exactamente el Pinzamiento de Cadera o Choque Femoroacetabular?

Imagina tu cadera como una articulación de bola y cavidad, una de las más perfectas de la ingeniería del cuerpo humano. La «bola» es la cabeza de tu fémur (el hueso del muslo) y la «cavidad» es el acetábulo, una estructura cóncava en tu pelvis. Para un movimiento fluido, amplio y sin dolor, ambas partes deben encajar y deslizarse perfectamente, como un rodamiento bien lubricado.

El choque femoroacetabular ocurre cuando existe una alteración en la forma de estos huesos. Esta falta de «ajuste perfecto» o incongruencia anatómica provoca un contacto anormal y repetitivo entre ellos durante el movimiento, especialmente en los rangos finales de flexión y rotación. En lugar de deslizarse suavemente, los huesos chocan entre sí.

Este roce constante no es inofensivo. Con el tiempo, cada choque actúa como un microtraumatismo que puede dañar dos estructuras clave dentro de la articulación:

  • El labrum acetabular: Un anillo de fibrocartílago resistente y elástico que bordea la cavidad. Su función es crucial: aumenta la profundidad del acetábulo, mejora la estabilidad de la cadera y crea un efecto de sellado que mantiene el líquido sinovial dentro, lubricando la articulación. En el CFA, el labrum es a menudo la primera estructura en ser «pellizcada» y desgarrada.
  • El cartílago articular: El tejido liso, blanco y resbaladizo que recubre las superficies de los huesos, permitiendo que se deslicen entre sí casi sin fricción. El choque repetido puede causar desde un reblandecimiento inicial (condromalacia) hasta fisuras y la pérdida completa del cartílago, lo que se conoce como artrosis.

El daño a estas estructuras es la verdadera fuente del dolor, la inflamación y la limitación funcional, y puede ser el primer paso hacia un desgaste articular degenerativo e irreversible.

No Estás Solo: ¿Por Qué Afecta a Jóvenes y Deportistas?

Aunque pueda parecer una patología de «desgaste» propia de personas mayores, el pinzamiento de cadera es sorprendentemente común en personas activas, hombres y mujeres, de entre 20 y 40 años. Esta aparente contradicción tiene una explicación lógica.

La razón es simple: la alteración ósea que causa el choque suele estar presente desde el desarrollo en la adolescencia, pero permanece completamente asintomática durante años. Una persona puede tener la deformidad y llevar una vida normal sin dolor. Es la actividad física intensa y repetitiva la que «despierta» el problema y lo convierte en una condición dolorosa.

La clave está en la combinación de la anatomía predisponente y la demanda funcional. Movimientos que implican una gran flexión y rotación de cadera, llevados al límite de forma repetida, son el detonante. Cada vez que un futbolista chuta un balón, un bailarín eleva la pierna, o un levantador de pesas realiza una sentadilla profunda, la cadera se flexiona y rota al máximo. Si existe una deformidad ósea, por mínima que sea, este movimiento repetido miles de veces se convierte en un microtraumatismo constante, «lijando» literalmente el cartílago y el labrum. Deportes de alto riesgo incluyen:

  • Fútbol
  • Artes marciales (especialmente patadas altas)
  • Hockey (hielo y hierba)
  • Ballet y danza
  • Levantamiento de pesas (especialmente sentadillas profundas o snatch)
  • Yoga (posturas de flexión profunda de cadera)
  • Running y trail running
  • Ciclismo

Estos deportes llevan la articulación a sus rangos máximos de movimiento, provocando que el choque entre los huesos sea más frecuente e intenso, y acelerando la aparición de los síntomas y el daño intraarticular.

Los Tipos de Pinzamiento de Cadera: Cam, Pincer y Mixto

El choque femoroacetabular no es un problema único; se clasifica en tres tipos según la ubicación de la deformidad ósea. Comprender el tipo es crucial para que el especialista pueda orientar el diagnóstico y el tratamiento de la forma más precisa.

Pinzamiento Tipo Cam (o «Leva»)

En este tipo, la deformidad se encuentra en la «bola» de la articulación, la cabeza femoral. En lugar de ser perfectamente esférica, presenta una protuberancia o abultamiento óseo en la zona de transición con el cuello del fémur. Esta pérdida de esfericidad es la «leva».

Cuando la cadera se flexiona y rota hacia adentro, esta «leva» choca de forma violenta contra el borde de la cavidad, pellizcando y dañando el labrum y el cartílago adyacente. Es como intentar meter una clavija no esférica en un agujero redondo; en un punto determinado, choca. Este tipo de pinzamiento es más frecuente en hombres jóvenes y deportistas.

Pinzamiento Tipo Pincer (o «Pinza»)

Aquí, el problema reside en la «cavidad» o acetábulo. Este presenta un exceso de cobertura ósea, como si el «techo» de la cavidad fuera demasiado grande y sobresaliera más de lo normal, cubriendo en exceso la cabeza femoral. Esto puede deberse a que el acetábulo es demasiado profundo (coxa profunda) o a que está retrovertido (orientado hacia atrás).

Este exceso de hueso actúa como una pinza que pellizca el labrum contra el cuello del fémur durante el movimiento, especialmente en flexión. A diferencia del tipo Cam que causa un daño más focalizado en el cartílago, el tipo Pincer tiende a dañar el labrum en una zona más amplia. El pinzamiento tipo Pincer es más común en mujeres de mediana edad.

Pinzamiento Mixto

Como su nombre indica, es la combinación de ambos problemas. El paciente presenta tanto una deformidad tipo Cam en la cabeza femoral como una deformidad tipo Pincer en el acetábulo. Esta es, con diferencia, la forma más común de choque femoroacetabular, encontrándose en más del 80% de los casos sintomáticos. El tratamiento deberá abordar ambas deformidades para ser efectivo.

Identificando los Síntomas: ¿Es Esto lo que Sientes?

El síntoma principal y más delatador del pinzamiento de cadera es el dolor. Pero no es un dolor cualquiera; tiene características muy específicas que lo diferencian de una simple contractura. Si te identificas con varios de los siguientes puntos, es hora de prestar atención.

  • Dolor localizado en la ingle: Es el síntoma estrella. Un dolor sordo, profundo, a menudo descrito con el «signo de la C», donde el paciente rodea la parte lateral y anterior de la cadera con la mano formando una «C» para señalar el área del dolor.
  • Dolor agudo con ciertos movimientos: Chasquidos o pinchazos intensos al girar sobre la pierna afectada, pivotar, ponerse en cuclillas, al chutar un balón o al entrar y salir del coche.
  • El temido «dolor en la ingle al sentarse»: Una de las quejas más frecuentes y características. El dolor aparece o empeora tras pasar un tiempo prolongado sentado, especialmente en sillas bajas, sofás hundidos o en el coche, ya que la posición de flexión mantenida provoca el choque.
  • Sensación de bloqueo o rigidez: Sentir que la cadera «se traba» o que no puedes moverla con la misma fluidez que antes, especialmente al intentar levantarte después de estar sentado.
  • Dolor irradiado: A veces, el dolor puede sentirse en la parte externa de la cadera (trocánter), en el glúteo o incluso bajar por la parte delantera del muslo hasta la rodilla. Esto puede confundir el diagnóstico.
  • Pérdida de rango de movimiento: Con el tiempo, notarás dificultad para llevar la rodilla al pecho (flexión) o para realizar rotaciones internas de la cadera (girar el pie hacia afuera con la rodilla y la cadera flexionadas a 90 grados).

El Camino Hacia un Diagnóstico Preciso: De la Sospecha a la Certeza

Si los síntomas anteriores te suenan familiares, el siguiente paso es buscar un diagnóstico profesional. Autodiagnosticarse o ignorar el dolor solo prolongará el problema y puede aumentar el daño articular. Un especialista en traumatología deportiva o cirugía de cadera es el profesional indicado para guiarte.

El proceso diagnóstico es metódico y combina la historia clínica, la exploración física y las pruebas de imagen.

Exploración Física

El médico te hará preguntas detalladas sobre tu dolor, tus actividades y tus limitaciones. Después, realizará una serie de maniobras en la camilla para evaluar tu rango de movimiento, fuerza y, sobre todo, para provocar el dolor de forma controlada y confirmar la sospecha. La prueba más común y reveladora es el test de FADIR (Flexión, Aducción y Rotación Interna), que consiste en llevar tu cadera a una posición que replica el mecanismo de choque. Si esta maniobra reproduce tu dolor de ingle, la sospecha de CFA es muy alta.

Pruebas de Imagen

La exploración física es clave, pero las imágenes son imprescindibles para confirmar la alteración ósea, cuantificarla y evaluar el daño interno en el labrum y el cartílago.

  • Radiografías (Rayos X): Son fundamentales y el primer paso. Permiten al médico ver la forma de los huesos de la cadera y medir ángulos específicos (como el ángulo alfa) para identificar y cuantificar objetivamente las deformidades tipo Cam y Pincer.
  • Resonancia Magnética (RM) o Artro-RM: Mientras que los rayos X muestran el hueso, la resonancia magnética es la prueba de elección para ver las partes blandas. Permite evaluar el estado del labrum (detectar desgarros, quistes paralabrales) y del cartílago articular (ver si hay desgaste o lesiones condrales). En la Artro-RM se inyecta un contraste en la articulación antes de la prueba para obtener imágenes aún más detalladas y precisas de estas estructuras.

Descartando Otras Causas: El Diagnóstico Diferencial

Un aspecto crucial del diagnóstico es asegurarse de que el dolor no proviene de otra fuente. El dolor en la ingle es un síntoma común a muchas patologías, y un especialista debe descartar otras posibles causas, como:

  • Lesiones musculares: Especialmente distensiones de los aductores o del psoas ilíaco.
  • Pubalgia o hernia del deportista: Dolor en la zona del pubis relacionado con un desequilibrio de la musculatura abdominal y aductora.
  • Problemas lumbares: Una hernia discal o problemas en las articulaciones sacroilíacas pueden irradiar dolor hacia la ingle.
  • Fracturas por estrés: Comunes en corredores, pueden afectar al cuello femoral o a la pelvis.

Un diagnóstico certero es la piedra angular para un tratamiento exitoso.

Opciones de Tratamiento para el Choque Femoroacetabular

Un diagnóstico de pinzamiento de cadera no significa necesariamente pasar por el quirófano. Existen dos vías principales de tratamiento, y la elección dependerá de la gravedad de tus síntomas, el nivel de daño articular detectado en las pruebas de imagen, tu edad, tu nivel de actividad y tus objetivos de vida y deportivos.

Tratamiento Conservador: La Primera Línea de Acción

Para muchos pacientes, especialmente aquellos con síntomas leves o daño articular mínimo, el tratamiento conservador es el primer paso y puede ser muy efectivo para controlar el dolor y mejorar la función. El objetivo no es cambiar la forma del hueso, sino optimizar todo lo que lo rodea para que la articulación trabaje de forma más eficiente y con menos estrés.

  • Modificación de la actividad: El primer paso es la lógica. Se deben identificar y evitar temporalmente los movimientos o actividades que desencadenan el dolor. No se trata de parar por completo, sino de adaptar inteligentemente el entrenamiento.
  • Fisioterapia especializada: Es el pilar del tratamiento conservador. Un fisioterapeuta experto en patología de cadera te guiará con un programa personalizado para:
    • Liberar la tensión de músculos que suelen estar acortados, como el psoas ilíaco y los flexores de cadera.
    • Activar y fortalecer músculos estabilizadores clave como el glúteo medio, el glúteo mayor y los rotadores externos, que ayudan a controlar la posición del fémur.
    • Fortalecer la musculatura del core (abdomen y lumbares) para dar más estabilidad a la pelvis.
    • Reeducar tus patrones de movimiento (cómo te agachas, cómo corres) para reducir el estrés en la articulación.
  • Antiinflamatorios no esteroideos (AINEs): Medicamentos como el ibuprofeno o el naproxeno pueden ayudar a controlar el dolor y la inflamación en las fases agudas, pero no son una solución a largo plazo.
  • Infiltraciones intraarticulares: Inyectar corticosteroides o ácido hialurónico directamente en la articulación, guiado por ecografía, puede proporcionar un alivio significativo del dolor y la inflamación. Esto no cura el problema mecánico, pero puede «enfriar» la articulación y permitir avanzar mejor con la fisioterapia.

Tratamiento Quirúrgico: ¿Cuándo es Necesaria la Artroscopia de Cadera?

La cirugía se considera cuando el tratamiento conservador (realizado de forma correcta durante al menos 3-6 meses) no ha logrado controlar los síntomas, o cuando las pruebas de imagen muestran un daño estructural significativo (como un gran desgarro del labrum o lesiones en el cartílago) que limita la función del paciente y tiene un mal pronóstico a largo plazo.

La técnica de elección hoy en día es la artroscopia de cadera. Es un procedimiento mínimamente invasivo que utiliza una pequeña cámara (artroscopio) e instrumentos especiales insertados a través de 2 o 3 pequeñas incisiones (de menos de 1 cm) alrededor de la cadera.

Los objetivos de la cirugía son dobles y muy claros:

  1. Reparar el daño consecuencia del choque: Se sutura y repara el labrum desgarrado (labrumplastia) para restaurar su función de sellado y estabilidad, y se tratan las lesiones del cartílago (mediante técnicas como las microfracturas o el uso de membranas).
  2. Corregir la causa del choque: Se remodela el hueso para eliminar la deformidad y restaurar una anatomía normal. Esto implica limar la protuberancia tipo Cam (osteoplastia femoral) y/o recortar el exceso de hueso del acetábulo tipo Pincer (acetabuloplastia).

Al corregir la causa mecánica del choque, se busca no solo aliviar el dolor y mejorar la función, sino también, teóricamente, frenar o detener la progresión del desgaste articular hacia la artrosis.

La Recuperación de la Artroscopia de Cadera: Un Plan Paso a Paso

Someterse a una cirugía es solo la mitad del camino. La recuperación de la artroscopia de cadera es un proceso largo y estructurado que requiere compromiso, disciplina y paciencia. El éxito del procedimiento depende en gran medida de una rehabilitación bien ejecutada bajo la supervisión de cirujano y fisioterapeuta.

Aunque cada protocolo puede variar ligeramente, la recuperación suele seguir estas fases:

Fase 1: Primeras 2-4 Semanas (Protección Máxima)

  • Uso de muletas sin apoyar peso o con apoyo parcial para proteger la reparación del labrum y el hueso remodelado.
  • Control del dolor y la inflamación con hielo y medicación.
  • Ejercicios muy suaves de movilidad pasiva, a menudo con una máquina de movimiento continuo (CPM) que mueve la pierna sin que el paciente haga esfuerzo.

Fase 2: Semana 4 a 6 (Movilidad Temprana)

  • Se comienza a progresar en el apoyo del peso según la tolerancia y las indicaciones del cirujano.
  • La fisioterapia se centra en restaurar el rango de movimiento de forma activa pero controlada.
  • Se introducen ejercicios de activación muscular muy básicos (isométricos) para evitar la atrofia.

Fase 3: Semana 6 a 12 (Fortalecimiento Inicial)

  • Se suelen retirar las muletas y se camina con normalidad.
  • El enfoque se traslada al fortalecimiento progresivo de los músculos de la cadera, glúteos y core con ejercicios más exigentes.
  • Se trabaja en la reeducación de la marcha y el equilibrio.

Fase 4: Mes 3 a 6 (Vuelta a la Función)

  • Se introducen ejercicios más complejos y funcionales que simulan actividades de la vida diaria y deportivas.
  • Si el objetivo es volver al deporte, se inicia un programa específico de retorno a la actividad («return to play»), que puede incluir trote ligero, cambios de dirección y saltos, siempre de forma muy progresiva y controlada.

La vuelta completa a la competición deportiva de alto impacto puede llevar de 6 a 12 meses. Es fundamental ser paciente y no saltarse etapas para evitar complicaciones.

No Ignores el Dolor: El Siguiente Paso es Tuyo

Ese dolor en la ingle que has estado soportando tiene un nombre, una causa y, lo más importante, tiene solución. Ignorarlo o «aguantar» esperando que se pase solo no hará que desaparezca; por el contrario, puede permitir que el daño en tu cadera progrese silenciosamente, limitando cada vez más tu vida y comprometiendo tu futuro articular.

El choque femoroacetabular es una de las principales causas identificadas de artrosis de cadera en adultos jóvenes. Actuar a tiempo no solo significa librarte del dolor ahora, sino también invertir en la salud de tu articulación a largo plazo, permitiéndote seguir disfrutando de las actividades que te apasionan durante muchos años.

El primer paso para recuperar tu vida activa y sin dolor es el más importante: obtener un diagnóstico preciso de la mano de un especialista que entienda esta patología en profundidad.


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